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Meditaciones

AMAR y SABER

Enviado por edupa el 25/10/2013 11:53

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. —Romanos 5:8

Cuando amamos algo, queremos saber todo sobre ese objeto. Si amamos un lugar, deseamos explorar cada centímetro.

Cuando amamos a una persona, queremos saber todos los detalles de su vida: qué le gusta, en qué ocupa su tiempo, dónde creció, quiénes son sus amigos, en qué cree.

La lista es interminable. Sin embargo, algunos queremos que los demás nos amen sin permitir que nos conozcan. Tenemos miedo de que, si nos conocen realmente, no querrán amarnos.

No debemos preocuparnos de esto en lo que respecta a Dios. Su amor es ilimitadamente superior al nuestro:

Y es más, Él mismo se nos da a conocer. A través de la creación, de las Escrituras y de Jesucristo, Dios revela su carácter y su amor.

Como nos ama a pesar de nuestras imperfecciones, podemos confesarle nuestras faltas confiadamente.

Con Dios, no es necesario temer que se sepa cómo somos. Por esta razón, conocer a Dios es amarlo.

No hay mayor gozo que saber que Dios nos ama.

EXITO MISERABLE

Enviado por edupa el 28/06/2013 15:17

Éxito miserable

Lucas 9:18-27 

… Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Lucas 9:23

El escocés George MacDonald (1824-1905), novelista, poeta y pastor cristiano, escribió: «Todo lo que un hombre haga sin Dios está miserablemente destinado al fracaso… o a triunfar de una manera aun más miserable». Esta intrigante declaración aparece en su lib ro Unspoken Sermons [Sermones no predicados], y oradores y escritores actuales suelen citarla.

MacDonald trataba el difícil tema de la negación del yo en el creyente y cómo aplicar esta enseñanza de Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará» (Lucas 9:23-24).

En lugar de simplemente tratar de suprimir nuestros deseos naturales, MacDonald afirma que la verdadera negación del yo significa que «debemos ver las cosas como [Cristo] las ve, considerarlas como él las considera; aceptar la voluntad de Dios como la esencia misma de nuestro ser […]. No debemos pensar más: “¿qué me gustaría hacer?”; sino: “¿qué desea el Señor viviente que haga?”».

Conseguir solo lo que nosotros queremos es triunfar miserablemente. El éxito verdadero está en «perder» nuestra vi da por la causa de Cristo y volver a encontrarla plena y libre en su voluntad.

Un espíritu humilde y generoso precede a un andar con Dios más íntimo y más profundo.

Controla los Celos

Enviado por edupa el 02/10/2012 11:46

Lectura: 1 Corintios 3:1-10 

… pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? —1 Corintios 3:3  

Se cuenta la historia de dos comerciantes que eran rivales acérrimos. Pasaban todos los días vigilándose mutuamente. Si a uno le llegaba un cliente, le sonreía de manera triunfante y sarcástica a su rival.

Una noche, un ángel se le apareció a uno de ellos en un sueño y le dijo: «Te daré lo que pidas, pero, de eso, tu competidor recibirá el doble. ¿Qué quieres?». El hombre frunció el ceño y, después, respondió: «Haz que me quede ciego de un ojo». ¡Esto sí que son celos de la peor clase!

El autodestructivo sentimiento de celos tenía suficiente potencial como para destruir la iglesia de Corinto. Estos creyentes habían recibido el evangelio, pero no habían permitido que el Espíritu Santo les cambiara el corazón. Como consecuencia, tenían celos unos de otros, lo cual produjo una comunidad dividida. Pablo identificó este sentimiento como una señal de inmadurez y mundanalidad (1 Corintios 3:3). No estaban actuando como personas que habían sido transformadas por el evangelio.

Uno de los indicadores más evidentes de que el Espíritu Santo está obrando en nuestra vida es estar contentos con lo que tenemos y agradecidos por todo. Entonces, en lugar de sentir celos, podremos alegrarnos genuinamente de los beneficios y las bendiciones de los demás.

El remedio para los celos es la gratitud a Dios.

NPD

Para su Gloria

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:49

Lectura: 1 Pedro 4:12-16 

… no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, […] sino gozaos […] en la revelación de su gloria… —1 Pedro 4:12-13

Uno aprende mucho al acompañar a otros en momentos difíciles.        Esto nos sucedió cuando nuestro amigo Samuel enfermó de cáncer y, con su esposa Carolina, tuvieron que recorrer ese complicado sendero. Durante un año, estuvimos al tanto y oramos, mientras él soportaba el tratamiento y la angustia. Pero, cuando todo parecía superado, se diagnosticó que el mal progresaba.

La decepción fue evidente. El segundo año se parecería mucho al primero, ya que tendría que recibir más quimioterapia y volver a padecer los efectos secundarios.

No obstante, cuando nos contó lo que sentía frente a la perspectiva de más meses de tratamiento, dijo algo que puede aleccionarnos a todos: «Queremos asegurarnos de que, a través de todo esto, Dios sea glorificado y que reflejemos su amor a los demás». ¡Qué maravilla! Mientras enfrentaba otro año de dolor y de luchas, la principal prioridad de Samuel era mostrar el amor de Dios a través de todo eso. Estaba vislumbrando el momento de «la revelación de [la] gloria [del Señor] (1 Pedro 4:13).

Carolina les escribió a sus amigos: «Ha sido un año de pruebas, pero Dios siempre nos ha llevado de la mano con su misericordia y su gracia. Que nunca quitemos nuestra mirada de Él ni de su amor para con nosotros».

¿Qué pruebas estás enfrentando? Tal como Samuel y Carolina, tú también puedes depender de la gracia del Señor que te ayudará a atravesarlas. Ora asimismo pidiendo que puedas reflejar su amor.

La creciente oscuridad de las pruebas hace que la lámpara de la gracia divina brille más.

NPD

BIEN PREPARADO

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:47

Lectura: Efesios 6:10-20 

Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. —Mateo 24:44

La idea de estar siempre preparados me recuerda al hombre que vivía al lado de nuestra casa cuando yo era niña. Cuando el Sr. Nelson llegaba, siempre estacionaba su automóvil marcha atrás en el garaje. Eso me resultaba extraño, hasta que mi madre me explicó que Nelson era bombero voluntario. Si recibía una llamada, debía estar listo para salir rápidamente hacia la estación. Por eso, entraba marcha atrás.

Estar preparados es importante en muchísima áreas de la vida. «Si tuviera ocho horas para talar un árbol, dedicaría seis para afilar mi hacha», dijo Abraham Lincoln. Nos preparamos para una profesión estudiando. Contratamos un seguro por si tenemos un accidente automovilístico o se nos incendia la casa. Incluso, a veces nos preparamos para el final de la vida y hacemos un testamento a favor de nuestros seres queridos.

La Biblia nos dice que también debemos prepararnos espiritualmente. Lo hacemos al ponernos la armadura de Dios para protegernos de los ataques espirituales (Efesios 6:10-20), al preparar nuestra mente para vivir una vida santa (1 Pedro 1:13), al asegurarnos de estar siempre capacitados para responder las preguntas sobre la razón de la esperanza que tenemos (3:15) y para tener la certeza de que estamos listos para el prometido regreso de Jesucristo (Mateo 24:44).

¿Estás bien preparado para lo que te deparará el futuro? ¿Tienes dudas? Pídele al Señor que te ayude y te guíe.

Solo triunfan espiritualmente los que están preparados para la batalla.

NPD

 

IMITAR lo BUENO

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:44

Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. —3 Juan 11

La mayoría de la gente coincidiría en que la vida es una mezcla dolorosa de cosas buenas y malas. Esto se aplica al matrimonio, las amistades, la familia, el trabajo y la iglesia. Sin embargo, nos sorprendemos y decepcionamos cuando el egoísmo entra en escena dentro de la comunión de quienes procuran adorar y servir a Cristo juntos.

Cuando el apóstol Juan le escribió a su amigo Gayo, elogió la fidelidad y la generosa hospitalidad de los miembros de su iglesia (3 Juan 3-8). Aun así, en la misma congregación estaba Diótrefes, «al cual le [gustaba] tener el primer lugar» y había creado un clima hostil.

Juan prometió ocuparse personalmente de él cuando visitara la iglesia. Mientras tanto, exhortó a cada integrante de la congregación, diciendo: «Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios» (v. 11). Las palabras de Juan se hacen eco de la instrucción de Pablo a los creyentes en Roma: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Romanos 12:21).

En un acalorado conflicto, quizá nos sintamos tentados a «devolver fuego por fuego». Sin embargo, Juan nos insta a dejar lo malo y seguir lo bueno. Este es el sendero que honra a nuestro Salvador.

Como la luz vence la oscuridad, la bondad triunfa sobre el mal.

UNIDAD FAMILIAR

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:43

Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. —Efesios 4:3

Con mi esposo y mis hijos, tenemos una tradición que nos divierte. Sucede cuando estamos en casa y alguno exclama: «¡abrazo familiar!». Nuestro lugar de encuentro suele ser la cocina, donde yo abrazo a los niños y mi esposo extiende los brazos para abrazarnos a todos. Es nuestra manera de expresar amor y de disfrutar de un breve momento de comunión familiar.

Aunque nos encanta un ocasional abrazo grupal, no siempre es fácil mantener esa sensación de unidad. Después de todo, cada miembro de la familia es único. Tenemos diferentes necesidades, capacidades y puntos de vista; muy parecido a lo que sucede en la familia de Dios (Efesios 4:11-12).

A pesar de las inevitables diferencias con otros creyentes, Pablo nos llama a «guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (v. 3). La armonía con los demás hijos de Dios es importante porque refleja la unidad entre Jesús y su Padre celestial. Esta fue su oración por los creyentes: «para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti…» (Juan 17:21).

Cuando surgen problemas en la familia de Dios, la Biblia dice que debemos responder «con toda humildad y mansedumbre, [soportándonos] con paciencia los unos a los otros en amor» (Efesios 4:2). Así se experimenta la unidad familiar con personas que comparten los fundamentos de nuestra fe.

Nuestros corazones están unidos por el amor de Cristo.

NPD

 

Lo que necesitamos

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:41

2 Corintios 1:1-7 

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación. —2 Corintios 1:3

Las historias desgarradoras no dejan de ocurrir. El amigo cuya hija ha abandonado a su esposo e hijos; los padres que acabo de conocer y que perdieron a sus hijos adolescentes en accidentes automovilísticos; el líder y pilar de la iglesia cuyos años de jubilado han estado marcados por una serie de malas noticias sobre su salud. Tú conoces las historias. Incluso, tal vez tengas la tuya.

¿Dónde buscamos ayuda cuando las luchas y las angustias amenazan con sacudir nuestra fe y robarnos el último granito de gozo?

Quizá el destino correcto sea 2 Corintios 1:3. Está lleno de esperanza, socorro y posibilidades.

Examina lo que nos dice ese versículo: Pablo alaba a Dios en dos aspectos (y recuerda que él tuvo más luchas y problemas de lo que la mayoría de nosotros podría soportar). En primer lugar, simplemente alaba al Señor, el cual no es solo nuestro Dios, sino el Dios y Padre de Jesús. ¡Piensa en el poder y el amor que yacen detrás de eso!

Después, nos da una noticia aun mejor: Nuestro Padre celestial es el Dios de misericordia y compasión. Se ocupa de nosotros con un amor bondadoso y eterno. Y hay más: Él es también el Dios de toda consolación.

¿Necesitas compasión? ¿Necesitas consuelo? Acude a Dios, ya que tiene una provisión inagotable y está pronto para derramarla abundantemente sobre ti. ¡Él es lo que necesitamos en los momentos difíciles!

Los susurros consoladores de Dios ayudan a acallar el ruido de nuestras pruebas.

NPD

Un mensaje seductor

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:22

Lectura: 1 Samuel 3:1-10 

… habla, porque tu siervo oye. —1 Samuel 3:10

Estás sentado en un teatro con las luces apagadas y disfrutando de un concierto, una obra o una película, cuando, de repente, se enciende la luz de un teléfono móvil mientras alguien lee un mensaje de texto que le llegó y, quizá, se toma un tiempo para responder. En su libro Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, Nicolás Carro dice que, en nuestro conectado mundo, «la sensación de que tal vez tengamos un mensaje» está volviéndose cada vez más difícil de resistir.

Samuel era jovencito cuando oyó una voz que pronunciaba su nombre, y pensó que era del sacerdote Elí que estaba en el tabernáculo donde servía al Señor (1 Samuel 3:1-7). Cuando Elí se dio cuenta de que Dios estaba llamando a Samuel, le dijo cómo debía responder. Cuando el Señor lo llamó por tercera vez, «Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye» (v. 10). Esta actitud de alerta ante la voz de Dios se convirtió en un patrón en su vida, ya que «el Señor se manifestó a Samuel en Silo por la palabra del Señor» (v. 21).

¿Estamos hoy escuchando la voz de Dios cuando nos habla de nuestra vida? ¿Estamos más pendientes de la vibración de un teléfono móvil que de la voz suave y apacible del Señor que nos llega a través de su Palabra y de su Espíritu?

Quiera Dios que, como Samuel, aprendamos a discernir la voz del Señor y a decir: «Señor, habla. Estoy escuchando».

No permitas que el ruido del mundo te impida oír la voz del Señor.

NPD

MUCHOS PROBLEMAS

Enviado por edupa el 26/09/2012 11:18

Lectura: Josué 1:1-7 

… no te dejaré, ni te desampararé. —Josué 1:5

Un muchachito llamado Roberto empezó a pelearse con Daniel en el patio de la escuela después de un partido de fútbol. El maestro los separó, y ambos terminaron en la oficina del director.                             Más tarde, Daniel dijo: «Y por supuesto, como siempre, los dos nos metimos en problemas». Pero también contó que había aprendido una lección: «Dios siempre está con nosotros aunque nos metamos en muchos otros problemas como este».

La nación de Israel atravesaba un gran problema. Sin embargo, el Señor le prometió al nuevo líder de los israelitas: «… no te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5). Josué estaba asumiendo el liderazgo de la nación después de la muerte de Moisés, justo antes de que entraran en la tierra prometida. Los problemas se vislumbraban en el horizonte ante las futuras e innumerables campañas militares contra sus enemigos (8:3; 9:1-2). Sin la presencia de Dios, no podrían empezar a conquistar la tierra.

Josué tenía una profunda fe en el Señor, tal como se evidenció cuando fue a espiar la tierra de Canaán (Números 14:6-9). No obstante, cuando asumió la función de líder, Dios bondadosamente le recordó que su presencia lo ayudaría a ser valiente. Lo mismo les promete hoy a sus hijos (Hebreos 13:5-6).

Para los hijos de Dios de todas las épocas, es una lección reconfortante saber que el Señor está siempre con nosotros. Incluso, cuando «nos metemos en muchos problemas como este».

Cuando los problemas te llaman, llama a Dios.

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